La viola es conocida actualmente como un instrumento de cuerda frotada algo mayor que el violín; sin embargo, con este nombre se conocía en la Edad Media a todo cordófono de arco de varias piezas y fue esta la primera denominación utilizada para definir a los instrumentos de cuerda frotada, tanto de brazo como de pierna.
Durante el renacimiento, la familia de la viola original se dividió en dos ramas: la viola da braccio y la viola da gamba. Las violas de brazo quedaron relegadas a las tabernas, en donde tocaban músicas populares; mientras que las violas da gamba eran exclusivas de las cortes más refinadas.
El papel de la viola es fundamental en la orquesta ya que da profundidad y apoyo a la armonía, la hace rica y aterciopelada. No debemos olvidar tampoco la gran variedad de obras compuestas para la viola solista o las sonatas para viola acompañada.
La viola posee un notable poder expresivo. De acento más bien suave, recogido y algo melancólico, se presta más a pasajes de poco movimiento que excesivamente rápidos. Entre las obras orquestales que tiene asignada partes importantes figuran la Sinfonía concertante de Mozart y el poema sinfónico de Richard Strauss Don Quijote, ambas con carácter solista.
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