Historia del Violonchelo


Durante el Barroco el violonchelo tuvo un papel esencial como instrumento de continuo -junto con otros bajos de cuerda frotada- y fue sustituyendo al tenor de viola da gamba tanto como instrumento solista como de continuo. A lo largo del siglo XVIII su presencia en la orquesta como sección va estabilizándose y aumentando en número, y en la segunda mitad del XVIII aparece la primera literatura concertística especialmente pensada para el instrumento, como en los conciertos de cámara.


Forma: Caja de resonancia de hombros altos, cintura pronunciada en su sección intermedia, torso abombado, tabla armónica con sendos tornavoces en F, mástil con diapasón sin trastes y clavijero con clavijas laterales rematado en voluta -o en cabeza antiguamente-.

Ejecución: el instrumentista está sentado, con el instrumento, fijado al suelo por su puntal, pasa entre las piernas para crear un ángulo contra el pecho, mientras es frotado por un arco sostenido por la mano derecha.





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